Cuando el general Diego de Almagro
se entera de que los indios que habitan
desde el valle del Aconcagua hacia el sur,
no sólo se nombran gentes de la tierra,
sino que no le temen al agua fría
pues se bañan en los ríos gélidos
de los deshielos de la Cordillera
para emprenderlas vivamente
con el canto de su memoria,
sabe que si alguien ha de atreverse a conquistarles
no será él, que tardó meses en decidir lavarse
y apenas soporta el paño húmedo
con el que dice limpiarse.
Y así es como decidió regresar al virreinato del Perú.
Palabra limpia de dios.
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