O D I N E A

miércoles, 25 de abril de 2012

La mesa de la luz de media tarde

Viene todos los días a sentarse en la misma mesa, junto a la ventana que rescata la luz de media tarde. El ruido callejero de la ciudad, le recuerda el pañuelo que guarda las lágrimas de un desconocido, y que se atrevió a recoger de mañana. El frío le recorre por sus afueras y por sus adentros. No sabe cómo ni porqué, pero ahí lo tiene, entre sus manos. Decidido se levanta y se retira con parsimonia de la sala de lectura. La avenida transcurrida, le trajo un ciclista que pasó a llevarle el brazo, donde cargaba su enorme bolso de libros viejos, cartas viejas, amores viejos. El desplome también sacudió el pañuelo, que entre ráfagas de un viento otoñal, fue a rodar calle abajo. Sin apuro y a la espera de sentir la incertidumbre de aquel día, se arrodilla. Inclinando su cabeza, se acostó en el suelo junto a sus libros viejos, cartas viejas, amores viejos. Con sigilo, busca un pañuelo en donde pueda guardar sus lágrimas, sabe que a la mañana siguiente, volverá a sentarse en la misma mesa, junto a la ventana que rescata la luz de media tarde.

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