Porque ya no tenemos de otra.
A donde te fuiste a esconder
no cabía ni tu respiro:
así que decidiste no respirar.
Detuviste el tiempo
en busca de pieles que te vistan,
soñador desnudo, no las necesitas.
Y si no respiras, ¡sí aun suspiras!
Y tus suspiros te visten te muestran
dibujan las líneas que se te escapan
voladores de días atardecidos:
Eres volador y atardecido.
Yo por mi parte,
ni me escondí ni me vestí.
Fui a correr por laberintos,
entre calles nocturnas y días de frío.
Me congelé y descongelé.
Así que no tenemos de otra.
Vuelve a respirar pasa a despedirte.
Deja despedirme.
Te espero en el infinito.
domingo, 7 de agosto de 2011
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