MUJER,
¿Hasta dónde nos alcanza tu
presencia?
¿A dónde tendremos que viajar para
encontrarte?
Tu nombre se extendió con la brisa
marina,
con esa fría ráfaga que trae la
marea,
con la inquietante fuerza del oleaje
que irrumpe en todos los roqueríos,
Con ese silbido que NO nos calma,
que nos ahuyenta,
que nos vuelve pájaros asustados en
la inmensidad de los aires
que poco y nada saben de encontrar el
rumbo
que de niño tienen todo…
Pero que vuelan juntos
Porque tu nombre se extendió para no
sabernos solos
Para reconocernos
Para perdernos aunque sea en
compañía.
Mujer,
¿Hasta dónde tendremos que viajar
para encontrarte?
¿Acaso te hiciste tierra?
Porque si así lo es
Nos confunde TU ENTEREZA
De haberte esparcido por los pueblos,
De saberte la proclamación de la
rebeldía,
De comprenderte como el puño alzado
De los que no tienen miedo
Y yo tengo miedo…
Pero me calma la fuerza de tu nombre,
La fuerza de los que te nombran,
De los que te quieren,
De los que te buscan,
De los que no te encuentran,
Y de los que te viven.
¿Acaso te hiciste también en ellos?
¿Acaso te hiciste en nosotros… en mí?
Y los cristianos te hacen en un
cielo,
Que yo no creo,
Pero me gusta imaginarlo
Imaginarte
Porque mientras te escribo
Mientras te leo,
Me hablas
Y te escucho,
Te ríes
Y me rio…
Entonces entiendo,
que vuelves en mí,
que vuelves en nosotros.