O D I N E A

viernes, 26 de septiembre de 2008

Me confirmo

Me confirmo como la última noche que pisa tierra,
esa tierra húmeda, escuálida y tácita
que florece en respiros profundos de mañanas eternos,
eternos.
Me confirmo como ese libro viejo
en hojas carcomidas, rasgadas y deleitantes
que saborean letargos de fiestas dormidas,
letargos.
Y mientras me consumo en esas letras
sazonadas en verdades vagabundas,
creo perecer en el tumulto de gente fría,
que cercena calles en avenidas floridas,
de tierras húmedas y libros viejos.
Y no dejan firmar
ni siquiera la papeleta que llevo puesta.
Me reparo cautelando los pasos ajenos,
siguiendo rutas ya embravecidas de ladridos,
remecida por la acidez de metales no trabajados.
Pero me reparo,
y me vuelo en confirmar,

y me vuelvo a confirmar,
entre cocidas hierbas reencarnecientes,
entre brazos no pulidos por antiguos soñadores,
soñadores que pintan cielos verdes,
desdibujan cordilleras,
sonríen a plena luz del día,
y me miran.

y me confirmo.
me confirma.
Y soy tierra húmeda eterna,
libro viejo que lee en letargo,
amanecida de letras con sabor a cielo verde.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Alborada

Me presento corpórea de manos gélidas
y arrebatados sueños a pies descalzos.
Esta vez nació la alborada
un poco después de las doce del día
entre un sol que ilumina sólo la mitad del rostro,
y abrasa llamaradas de anuncios en cartón.
Me despierto cuando aún no aterrizan los primeros pasajeros,
de aquel vuelo que imaginé que me llevaría a destino,
y sin embargo, vuelvo sin pañuelo y sin pisar tierra firme,
sin viajar desolada en la ruta que marqué un día.
Conozco de esas sonrisas que lamentan los atardeceres,
como un disparo que cruza nubes
y deforma las siluetas que alguna vez imaginé.
Aun vivo sumisa a desgarrados harapos viejos,
y no se pasa la vida como aquella sonrisa que se pinta,
como los colores que llevo puesto,
como esa nostalgia de primer día de año
en donde las promesas son mucho más que los deseos frustrados.
Ya no me siento a respirar apaciguada por el aire
hay una inmensidad de disturbios
que no dejan preguntar por ti
por mi,
y me recuerdo como una noche entre mujeres lindas,
y vestidos que se deshacen por miradas.
Anoche me dormí en esa fe extraña, ilusa
torpe,
soñando contarte todo lo que aun ni imagino,
tú besándome en cada palabra que diría por ti.
He de soportar que tengo los pies frios y descalzos,
en una alborada que ni conoce mi nombre,
ni mis historias, ni mis futuros,
ni mis manos,
ni mis ojos turbios
Alborada que deja una densa niebla oscura
Como para no saber que aún tus pies tocan los suelos
cuando recorres alamedas de esperanzas y altares de un mundo paralelo,
como para no saber que aun te duermes enajenado
contando los días aluciernagado de tantas líneas dibujadas,
como para no saber de tus ojos aguados
entre lineas de trovadores y amores ilusionados,
desilusionados
que ya ni duelen.